De Frank Sinatra, Jhonny Hartman y Nat King Cole a Dean Martin, Bing Crosby o Mel Tormé, dejaron su huella en la música como los etéreos del 'crooner'. Aquellos dandys impolutos que susurraban sensualmente desde las big bands de jazz estadounidense hasta las radios de los años 50. Pero el término 'crooner' (del inglés 'croon', cantar en voz baja) va más allá del hálito cautivador de las grandes voces del jazz: lleva asociado el mito del canalla fantástico que hace de la música una bambalina del exceso donde las tinieblas conmueven acaso más que las luces. Así, los crooners, voces y rostros del swing, nuestros borrachos favoritos, devinieron en la mitomanía del galán impecable e imprevesible que hacía de su voz un arma de seducción, como el humo de sus cigarrillos.
Serge Gainsbourg, Jacques Brel, Scott Walker, Leonard Cohen han sido los últimos crooners de la música. En cuanto al contemporáneo, cancionero de autor basado en la voluntad popular que rehuyen de someterse o reconocerse en ortodoxia alguna, destaco:
BENJAMIN BIOLAY, el heredero de Gainsbourg
NEIL HANNON, el Jacques Brel irlandés
JOSE JAMES, embajador de la World Music
RICHARD HAWLEY, la versión brit de Nat King Cole
JOHN PIZZARELLI, bajo la sombra de Sinatra
JENS LEKMAN, el maldito crooner del norte
